El eclipse de Sol y la fascinación de la astronomía

Fuente: https://wol.jw.org/es

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EL 10 de mayo de 1994 fue un día singular para algunos habitantes de Norteamérica al producir la Luna un eclipse anular de Sol.* Durante unas pocas horas, millones de personas se percataron de la fascinante ciencia de la astronomía. Ahora bien, ¿qué es, exactamente, un eclipse?

Se da este nombre a la “ocultación [...] total o parcial de un astro [...] a nuestra vista por interposición de otro cuerpo celeste”. (Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana Espasa-Calpe.) Para que tenga lugar un eclipse de Sol o de Luna, es condición necesaria que la Tierra, el Sol y la Luna se encuentren casi alineados; el eclipse será solar o lunar según cuál sea el astro ocultado. De vez en cuando la sombra de la Tierra se proyecta sobre la Luna y se produce un eclipse lunar. Sin embargo, en mayo del año pasado fue la Luna la que proyectó su sombra sobre la Tierra en una estrecha franja de 230 a 310 kilómetros de anchura. A medida que la Luna fue colocándose entre el Sol y la Tierra, ocultó casi por completo al astro rey. La sombra lunar recorrió el océano Pacífico y luego se desplazó hacia América del Norte en dirección sudoeste-nordeste. Aun cuando parecía que la Luna cruzaba lentamente delante del Sol, en realidad la sombra viajó por la Tierra a una velocidad aproximada de 3.200 kilómetros por hora.

Se utilizaron toda suerte de métodos para observar este acontecimiento sin exponer los ojos. Algunos emplearon el cristal de los cascos de soldar, otros usaron un filtro potente y hubo quienes proyectaron sobre papel la imagen obtenida a través de un pequeño agujero. Un fotógrafo hizo que una persona sostuviera un colador a fin de obtener imágenes múltiples del eclipse sobre el suelo cuando la luz pasara por los orificios. Efectos semejantes se observaron cuando la luz penetró por entre las hojas de los árboles. Un método más consistió en hacer pasar la luz a través de binoculares para conseguir una imagen doble sobre una superficie oscura.

En un año pueden presentarse hasta cinco eclipses solares y tres lunares. “Todos los años deben producirse por lo menos dos eclipses solares de alguna clase”, dice The International Encyclopedia of Astronomy. No obstante, cada uno de ellos es visible desde diversos puntos de la superficie terrestre; por esta razón, los habitantes de los estados contiguos de Estados Unidos que no pudieron observar el eclipse de 1994 tendrán que esperar hasta el año 2012 o, si quieren ver uno antes de esa fecha, viajar a Perú, Brasil o Siberia.

El misterio de un eclipse total

Los eclipses totales de Sol, que ocurren cuando la Luna cubre totalmente el disco solar, eran motivo de pánico en la antigüedad. ¿Por qué razón? The International Encyclopedia of Astronomy comenta: “El misterio de un eclipse total aumenta para los no iniciados porque, al no ver la Luna aproximarse al Sol, no están sobre aviso del inminente espectáculo”. En este se distinguen los siguientes aspectos: “El cielo se oscurece y toma a menudo una extraña y espectral tonalidad verdosa casi imposible de describir, en nada parecida a la oscuridad que provocan las nubes. [...] Durante los segundos inmediatamente anteriores a la fase parcial, la luz cae bruscamente, se produce un notorio descenso de la temperatura, las aves buscan cobijo para dormir, se cierran algunos pétalos de las flores y el viento tiende a disminuir. [...] El campo se sume en las tinieblas”. 

En su obra The Story of Eclipses, George Chambers refiere “uno de los eclipses más célebres de la época medieval [...], observado en Escocia como un eclipse total”, que ocurrió el 2 de agosto de 1133. Guillermo de Malmesbury escribió: “A la hora sexta de ese día el Sol envolvió su gloriosa faz [...] en una terrible oscuridad, y un eclipse agitó el corazón de los hombres”. La antigua Anglo-Saxon Chronicle (Crónica sajona) cuenta que “los hombres quedaron sumamente pasmados y aterrorizados”.

Chambers también recogió la versión de dos viajeros sobre un eclipse lunar sucedido en África el 2 de septiembre de 1830: “Cuando la Luna se fue oscureciendo gradualmente, el temor se apoderó de todo el mundo. Cuanto más iba avanzando, tanto mayor horror causaba. Todos corrieron afligidos a comunicárselo a su soberano, pues no había ni una sola nube en el cielo que causara tan intensa oscuridad, y no comprendían la naturaleza ni el significado de un eclipse”.

En tiempos recientes, el estudio de la astronomía ha disipado el temor que los eclipses inspiraban en la humanidad. Ahora se sabe que el Sol volverá a aparecer.

Cómo aprovecharon los jesuitas un eclipse solar

Allá en 1629, los misioneros jesuitas aprovecharon un eclipse solar para ganarse el favor del emperador de China. ¿Cómo lo hicieron? 

Los jesuitas habían observado que “el calendario lunar chino estaba equivocado, y lo había estado durante siglos. Los astrónomos imperiales se habían equivocado una y otra vez al predecir los eclipses de sol [...]. La gran oportunidad de los jesuitas llegó en la mañana del 21 de junio de 1629, cuando se esperaba un eclipse. Los astrónomos imperiales predijeron que el eclipse tendría lugar a las diez y media y duraría dos horas. Los jesuitas pronosticaron que no se produciría hasta las once y media, y que sólo duraría dos minutos”. ¿Qué sucedió?

“El día señalado llegaron las diez y media, y pasaron, y el sol seguía brillando en todo su esplendor. Los astrónomos imperiales estaban equivocados, pero ¿estarían en lo cierto los jesuitas? Y entonces, exactamente a las once y media se produjo el eclipse y duró dos breves minutos, tal como lo habían pronosticado los religiosos. Ahora tenían la confianza del emperador.” (Los descubridores, de Daniel J. Boorstin, traducción castellana de Susana Lijtmaer.)

La astronomía en la Biblia

La Biblia contiene información relacionada con la astronomía. En el libro de Job se mencionan varias constelaciones. Además, Jehová animó a sus siervos a examinar los cielos, no con el fin de que estudiaran astrología ni participaran en alguna forma de adoración falsa, sino para que apreciaran el esplendor de sus creaciones. Isaías escribió por inspiración: “Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta”. (Isaías 40:26.) 

Job reconoció la supremacía del Creador cuando dijo que él está “haciendo la constelación Ash [que pudiera ser Ursa Major, u Osa Mayor], la constelación Kesil [posiblemente Orión, o el Cazador], y la constelación Kimá [probablemente el cúmulo estelar de las Pléyades, pertenecientes a la constelación Taurus, o Toro] y los cuartos interiores del Sur [entendiéndose por estos las constelaciones del hemisferio sur]”. (Job 9:7-9 )

¡Qué fascinante será el estudio de la astronomía cuando Jehová otorgue vida eterna a la humanidad obediente! Entonces los enigmas del universo serán develados paulatinamente a medida que vayamos entendiendo los propósitos de Dios con respecto al vasto universo. Con sentimiento más intenso aún, podremos hacernos eco de las palabras de David: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre para que cuides de él?”. (Salmo 8:3, 4.)

[Notas a pie de página]

La palabra “eclipse” tiene su origen en el griego é·klei·psis, de e·kléi·po, que significa “desaparecer”. (Diccionario Enciclopédico Espasa 1.)

El 3 de noviembre de 1994 hubo un eclipse total de Sol que fue visible en varias partes de Sudamérica.  

 

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